¿Sabías que los perros que viven en casas de acogida tienen más posibilidades de encontrar un hogar definitivo y de adaptarse mejor a su nueva familia?
Adoptar un perro es una decisión que implica una gran responsabilidad, pero también una gran recompensa. Los perros adoptados suelen ser muy agradecidos y fieles con sus nuevas familias, y les ofrecen amor incondicional y compañía.
Sin embargo, muchos de estos perros han sufrido situaciones de abandono, maltrato o negligencia, que pueden afectar a su comportamiento y bienestar. Por eso, es importante que reciban una adecuada educación y socialización, que les ayude a adaptarse a su nuevo entorno y a superar sus posibles traumas.
En este sentido, las casas de acogida juegan un papel fundamental para el futuro de los perros adoptados. Las casas de acogida son personas o familias que ofrecen temporalmente su hogar y su tiempo a un perro que espera encontrar una adopción definitiva.
De esta manera, le proporcionan un ambiente familiar, seguro y afectuoso, donde el perro puede recuperar su confianza y aprender las normas básicas de convivencia. Además, le facilitan la transición hacia su hogar definitivo, al prepararlo para las distintas situaciones que se encontrará en su nueva vida.
Los beneficios de estar en una casa de acogida son muchos y variados, tanto para el perro como para la persona o familia que lo acoge. Algunos de ellos son:
Para ser una casa de acogida se necesita tener tiempo, espacio y ganas de ayudar y aprender. También se debe contar con el consentimiento y la colaboración de todos los miembros del hogar, incluidos los posibles animales que ya se tengan. Además, se debe cumplir con los siguientes requisitos:
La protectora se encargará de proporcionar al perro los servicios veterinarios necesarios (vacunas, desparasitaciones, esterilización, etc.), así como el microchip identificativo. También se hará cargo de difundir el caso del perro para encontrarle un adoptante definitivo.
Firmar un contrato o compromiso de acogida con la protectora. En este documento se establecen las condiciones y responsabilidades de ambas partes durante el periodo de acogida. Por ejemplo, se puede especificar la duración estimada de la acogida, los gastos que asume cada parte (alimentación, medicación, etc.), las obligaciones de la casa de acogida (paseos, educación, informes, etc.), las posibilidades de adopción definitiva por parte de la casa de acogida, etc.
El perro debe tener un lugar cómodo y tranquilo donde dormir y descansar, así como acceso a agua fresca y limpia. También debe tener espacio suficiente para moverse y jugar dentro de la casa, y poder salir al exterior varias veces al día. La casa debe estar acondicionada para evitar posibles accidentes o daños, tanto para el perro como para los objetos.
La casa de acogida debe enseñar al perro las normas básicas de convivencia, así como ayudarle a superar sus posibles miedos o traumas. Para ello, se debe emplear el refuerzo positivo, la paciencia y la coherencia. También se debe proporcionar al perro una estimulación física y mental adecuada, mediante paseos, juegos y actividades. Asimismo, se debe favorecer la socialización del perro con otras personas y animales, siempre respetando su ritmo y sus necesidades.
Ser casa de acogida tiene muchas ventajas, tanto para el perro como para la persona o familia que lo acoge. Algunas de ellas son:
Como vemos, ser casa de acogida es una forma solidaria y responsable de ayudar a los perros que esperan una adopción definitiva. Las casas de acogida ofrecen a los perros un hogar temporal donde pueden recuperarse y prepararse para su nueva vida.
Además, las casas de acogida disfrutan de la compañía y el amor de los perros, y contribuyen a la labor de las protectoras. Se trata, como ocurre con la adopción, de una decisión que implica un compromiso y una responsabilidad, pero también una gran satisfacción.
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