Entrevista realizada por Diego Lorenzo Díaz a Fernando Jiménez Martínez.
Diego Lorenzo. Cuéntanos qué es la cuarta disciplina, fourth discipline, en inglés.
Fernando Jiménez. La cuarta disciplina es un concepto, una manera y una forma de ver y entender, desde una perspectiva individualizada y específica, todo lo que rodea al perro de deporte, de trabajo, o cualquier otro que preste o haya prestado un servicio, siempre con una idea principal: mejorar el bienestar del perro. Esa es la columna vertebral de mi proyecto.
D.L. ¿ Por qué crees que es tan importante?
F.J. Cuando un perro presta servicio, hace deporte o tiene una actividad o cometido distinto al de una mascota, merece unos cuidados y atención también distintos porque esa actividad que realiza o ha realizado tiene o ha tenido un impacto en su vida. A mí me gusta mucho hablar de compromiso, pero no del perro con el guía, sino del guía con el perro. Hay que equilibrar la balanza y los guías estamos muy lejos de conocer a nuestros perros como ellos nos conocen a nosotros.
D.L. ¿Qué parte del perro crees que no se conoce como deberíamos?
F.J. Bueno, hoy en día hay multitud de deportes o trabajos en los que el perro participa. Las investigaciones se han centrado, por un lado, en perros que trabajan largas jornadas, como perros de trineo o de caza y por otro, en perros que compiten en carreras de velocidad, como los greyhound ingleses. Entre ambos extremos está el resto de perros que realiza actividad física y del que no sabemos prácticamente nada en cuanto a sus mecanismos de obtención de energía o desarrollo de sus cualidades motoras.
D.L. ¿ Qué necesidades especiales tienen estos perros?
F.J. Todos queremos que nuestros perros “rindan más y en mejores condiciones”, pero ese no debe ser nuestro objetivo. El objetivo es asegurarnos que nuestro perro sigue un programa de entrenamiento bien diseñado al margen del propio adiestramiento, que sigue un plan de alimentación acorde con el deporte que practica y con sus condiciones de vida y lo que es más importante aún: esforzarnos por conocerle muy, muy bien para saber si hay algo “que no está funcionando” o que no le está dejando rendir como debería. Si cumplimos con esto, rendir más y mejor dejará de ser un objetivo y será una consecuencia.
D.L. Lo has mencionado antes y me gustaría preguntarte a qué te refieres con “conocer bien a tu perro”.
F.J. Primero te diré a lo que no me refiero. Conocer bien a tu perro no es saber cuáles son sus premios favoritos o qué lugares o actividades son los que más le divierten. Conocer bien a tu perro es un proceso constante que nunca termina y que pasa por saber cosas como qué adaptaciones se producen en su organismo según qué entrenamiento esté siguiendo, si la carga es excesiva o por el contrario no es suficiente como para producir mejoras en él, cuáles son sus tiempos de descanso óptimos, qué plan nutricional se adapta mejor a su fenotipo como individuo porque, recordemos que cada perro es único, también hay una parte más técnica que pasa por saber cosas como cuál es su frecuencia cardiaca máxima, su umbral de lactato, dónde y por qué se lesiona... Todo esto nos va a dejar planificar el entrenamiento con una base científica y objetiva y no hacer las cosas a ojo pero, sobre todo y por encima de todo, va a mejorar la calidad de vida del perro.
D.L. Por lo que dices, entiendo que tu concepto es aplicable a cualquier perro de los que has mencionado pero ¿también lo es independientemente de la edad?
F.J. Por supuesto, desde el principio hasta el final. Por ejemplo, cuando uno cría a un cachorro tiene que tener en cuenta que es la etapa en la que la alimentación va a tener una mayor repercusión en su desarrollo. Además, el guía debe estar muy atento a la cantidad y tipo de actividad del cachorro para no estresar sus estructuras. Más tarde, durante la edad adulta, el perro tiene un potencial físico que hay que desarrollar hasta que llega su declive, un momento en el que todo lo hecho “atrás” y, sobre todo, conocer como decía antes muy bien a tu perro va a permitirnos “detectar” con antelación cualquier posible problema. Cada perro tiene un historial detallado de su carrera deportiva que tiene que estar archivado en la cabeza del guía.
D.L. Entonces ¿cómo crees que pueden verse beneficiados esos perros que ya no están en edad de competir, ya no prestan servicio, han dejado su cometido o son perros a los que la Asociación Adopta K9 busca una familia, también merecen esa “especial atención”?
F.J. Por supuesto. Tanto si el perro no continúa por un impedimento físico o una lesión, como si no lo hace porque ha llegado su jubilación o es un perro que luego se incorpora a una familia a través de labores tan importantes como las que lleva a cabo Adopta K9, tenemos que tener en cuenta que algunos de ellos requerirán cambios en su estilo de vida, pero otros pueden mantenerse con el mismo estilo o uno muy similar durante la mayoría de sus años de edad avanzada. Estos perros no necesitan una grandísima actividad, pero sí necesitan que esté “programada” y tenga un “sentido para ellos”. Optimizar la alimentación, el control del peso, conocer qué ejercicios, en caso de existir, no agravan su lesión o cuáles pueden mejorarla, entre otras muchas cosas, va a hacer que el perro pueda tener una vida plena hasta el último día.
D.L. Un último consejo para despedirte.
F.J. Cada perro es único y hay que tratarlo como tal. Algunos son auténticos deportistas de élite y merecen esa atención. Entrenar a un perro no es solo el tiempo que empleas en la pista, el otro entrenamiento, el invisible, es todo lo que hacemos el resto del día para asegurarnos que llega en las mejores condiciones al siguiente entreno.
Por Diego Lorenzo Díaz.
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